jueves, 1 de noviembre de 2012

Heráldica de Chile: Municipio Santa Juana

 El origen de la comuna, se remonta a la fundación del Fuerte de Santa Juana de Guadalcázar, por orden del Gobernador español Luis Fernández de Córdova y Arce, el 8 de marzo de 1626. Esto con motivo de fortalecer la posición española frente a la resistencia mapuche en la zona, resguardando la frontera y manteniendo el paso fronterizo entre Concepción y el sur. En 1739, por orden del Gobernador José Manso de Velasco, se convirtió en plaza fuerte. Con ello fue configurándose poco a poco un importante poblado. Finalmente el 13 de enero de 1891 se decreta la creación de la Municipalidad de Santa Juana, publicándose en el Diario Oficial el día 23 de enero del mismo año. 
 Su escudo corresponde a un medio partido y cortado, Bordura jaqueleada de gules y oro. En el primer partido, en campo de oro cinco flores de lis de azur , puestas en sotuer, que, conjuntamente con la bordura, representan los blasones familiares del capitán General y gobernador del reino de chile, entre los años 1625 y 1629, Don Luis Fernández de Córdoba, fundador del fuerte de Santa Juana. En el segundo partido, ondas de azur y plata, que representan la laguna Rayenantú y el rió Bio-Bio, elementos naturales que circundan el fuerte. en punta, sobre campo de gules, que representan la sangre española y araucana, derramada en los asedios y defensa de Santa Juana, un castillo de plata con tres torres almenadas, representando al fuerte Santa Juana de Guadalcázar, escudo timbrado con una corona mural de ocho torres, de oro, de las cuales cuatro van a la vista, macerardas de sable, que corresponde a las ciudades que se formaron en torno a la fortaleza.
 La comuna de Santa Juana pertenece a la Provincia de Concepción, y se ubica en la ribera sur del río Bío-Bío, en el valle de Catirai, distante 50 kilómetros de la capital regional Concepción.

La sufrida Villa de Santa Juana de Guadalcázar

La sufrida Villa de Santa Juana de Guadalcazar En la épica saga de la guerra de Arauco, pocos lugares fueron más protagonistas de nuestra historia que el antiguo valle de Catirai, sitio de la actual ciudad de Santa Juana. En las primeras campañas de la Conquista, las tropas cruzaban el Biobío hacia el sur por el vado de San Pedro, frente a Concepción, o por el vado de Santa Juana. Ello dio origen al fuerte de Manquimávida, en la ribera norte, y al Fuerte de Santa Juana de Guadalcázar, en la orilla sur del gran río. Por allí pasó el mismo Pedro de Valdivia, en ruta a fundar La Imperial Antigua y la ciudad de Valdivia en los años de 1551 y 1552, respectivamente. Por allí también pasó, en diciembre del año 1553, rumbo al fuerte de Tucapel de la Costa, en donde encontraría la muerte, a manos de Lautaro.

La sufrida Villa de Santa Juana de Guadalcazar Santa Juana se funda, en 1626, por don Luis Fernández de Córdoba y Arce, Gobernador General del Reino de Chile y Presidente de la Real Audiencia, en memoria de la esposa del Virrey del Perú don Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcazar y tío suyo además. Cuenta la leyenda que don Luis estaba enamorado de su tía y el virrey, advertido del problema, lo envió a las guerras de Chile. La belleza del valle le hizo acordarse de doña Juana y así surge el nombre de la futura villa.

 Por muchos años, el vado y fuerte fue el camino principal a la frontera, que luego continuaba por los cerros de Patagual hacia Colcura. La ruta costera era pantanosa y peligrosa. Así, Catiray, o el “valle de las flores cortadas”, en mapudungun, tuvo una cierta centralidad en los tiempos indianos. En el fuerte, los jesuitas establecieron una casa misional y su iglesia, en 1643. A pesar de diversas sublevaciones y sitios de gran violencia, el caserío fue creciendo. Fue atacado en 1723 y finalmente abandonado y quemado. Fue refundada Santa Juana dos años más tarde. En 1739, junto al Biobío y a una laguna que todavía subsiste, se levantó un poderoso fuerte, dotado de fosos y de una buena guarnición. 

 Con el crecimiento de la población, obtiene el título honorífico de villa, en 1765, en tiempos del gobernador general don Antonio de Guill y Gonzaga. Tenía entonces 399 personas “de sacramento” y 155 párvulos. En razón de lo anterior, se creó la parroquia de Santa Juana, en 1767. El presbítero don José de Quintana fue designado primer cura y se trasladó inmediatamente a Santa Juana, llevando todos sus haberes, es decir, veinticuatro ovejas y seis vacas.

 En la llamada Guerra a Muerte, que siguió a la independencia, la villa cayó, en 1821, en manos de las montoneras, y fue quemada casi totalmente. Cuando apenas se reponía, el terremoto del 20 de febrero de 1835 la arruinó nuevamente, reconstruyéndose un poco al oriente de la primitiva ubicación, frente ahora al puerto o desembarcadero natural del río Biobío y a la estación ferroviaria de Talcamávida.

La sufrida Villa de Santa Juana de Guadalcazar El 13 de enero de 1891 fue creada la comuna de Santa Juana, que luego fue capital del departamento de Lautaro, luego llamado Coronel, condición que le duró pocos años, pues la capital se trasladó a la ciudad de este nombre, en virtud del auge minero.     

 En este siglo que comienza, Santa Juana enfrenta nuevos desafíos: mejorar su conectividad, dar calidad de vida a su gente y, sobre todo, rencontrarse con su rico pasado. El actual proyecto de recuperar el fuerte, en que la ciudad se encuentra empeñada, es una feliz iniciativa que apunta en la senda correcta.

Santa Juana: Más allá del fuerte

 La comuna de Santa Juana debe su nombre al de la esposa del Virrey del Perú  don Diego Fernández de Córdoba y Arce, bajo cuyo gobierno se construyó  el Fuerte que dió origen a la villa. Tiene actualmente una población de 13147 habitantes (censo 2002), repartidos equitativamente entre hombres y mujeres. La superficie comunal es de 720,75 km2. Este antiguo valle de Catirai, era uno de los pasos por los cuales los mapuches bajaban a través del vado de Talcamávida, por lo tato fue un lugas estratégico en la guerra de Arauco.
 La primera ocupación española de este territorio data de 1593, fecha en que Martín García Oñez de Loyola fundó el Fuerte de Chivicura al oeste de la confluencia de los ríos Bío-Bio y Rele frente al Fuerte de Jesús de Buenuraqui para defender el paso del río. En 1594 el gobernador Martín García Oñez de Loyola fundó la ciudad de Santa Cruz de Oña o de Coya, en honor a su esposa, una princesa inca, ubicando esta fundación entre los ríos Rele y Bío-Bio, la que fue destruida por los mapuches en 1599, año del alzamiento en todo el territorio.
En 1605 se fundó Monterrey de la Frontera que tampoco subsistió, en esta zona los españoles tenían lavaderos de oro lo que justificó  las fortificaciones y el poblamiento, a raíz de la sublevación indígena de 1655, también desapareció definitivamente, junto al Fuerte de Nuestra Señora de Halle, muy cerca de la nombrada Santa Cruz y que fue fundado por Alonso de Ribera en 1603.
 El Fuerte de Santa Juana, el actual, se construyó en 1626 por orden del gobernador Luis Fernández de Córdoba y Arce, en el lugar donde hoy se levanta el pueblo. El nombre de Santa Juana de Guadalcázar fue en homenaje a la esposa del entonces virrey del Perú y tío del gobernador, Diego Fernández de Córdoba. El Fuerte fue ampliado por Martín de Mujica anexionándosele una pequeña iglesia y el caserío base de Santa Juana, que fue atacado inmediatamente por los mapuches en 1655.
El gobernador Manso de Velasco reforzó el Fuerte en 1739 con fosos entre el río y la laguna, además de apertrecharlo. En 1765 el gobernador Guill y Gonzaga le confirió el titulo de villa al pueblo, aunque el acoso de los indígenas no la dejó prosperar.
Una vez instalada la República, durante la Guerra a Muerte, Santa Juana se vio asolada por las tropas de Vicente Benavides que, derrotado en Vegas de Saldías, mantuvo un refugio en Curalí a ocho kilómetros al sur del Fuerte. A fines de abril de 1819 el Coronel Freire atacó a Benavides, logrando su huida.
 Santa Juana sufrió violentamente el terremoto de 1835, fue destruido el pueblo en su totalidad y significó la ruina para sus habitantes. En 1841 se repartieron los sitios del nuevo pueblo y el trazado de sus calles. En 1826 se había creado el Departamento de Lautaro con capital en Colcura, pero en 1841 y a raíz del terremoto, la capitalidad pasó a ser Santa Juana. El 17 de diciembre de 1852 se crearon las provincias de Arauco y Bío-Bio, lo que hizo perder Arauco y Nacimiento al departamento de Lautaro. Santa Juana dejó de ser capital de departamento en 1865, cuando Coronel tomó ese puesto y el nombre del departamento debido a su creciente importancia económica por la incipiente industria carbonífera. La actual municipalidad de Santa Juana se creó el 13 de enero de 1891.
 El terremoto de 1939 provocó la destrucción del 95% de las viviendas, el pueblo quedó completamente aislado y la acción del gobierno permitió la reconstrucción del algunos edificios públicos como la Municipalidad y en 1944 se reconstruyó la ex-escuela Nº12. El sismo de 1960 no provocó tantos daños, aunque destruyó el hospital que se trasladó a la Escuela Agrícola.
 Los hermanos Clorinda y José Cardenio Avello legaron su fortuna a la comuna y con ella importantes obras como el mencionado Hospital Clorinda Avello, agua potable, luz eléctrica, teléfono y farmacia entre otros. El terremoto de 1939 destruyó gran parte de esa obra.

 A fines de la década de 1950 se inició la construcción del camino Concepción - Santa Juana, obra que se materializó en el año 1983 y que posteriormente fue concesionada por la Ruta de la madera, provocando múltiples accidentes por la mala gestión y cuidadao de la obra vial.
 Las principales actividades económicas siempre fueron la agricultura, especialmente la tradicional mediterránea (trigo, vino, frutas y hortalizas , aunque en las últimas décadas se ha desarrollado la actividad forestal, contribuyendo a acrecentar ek desierto verde en nuestra región.
 El Fuerte fue redescubierto en 1965, al desenterrarse parte de él por una compañía constructora, lamentablemente no tuvo la atención que merecía. En 1982 comenzaron los trabajos de restauración a través de un convenio entre la Intendencia Regional, Universidad de Concepción, Dirección de Turismo y Municipalidad de Santa Juana. El Fuerte es uno de los atractivos turísticos más relevantes, tiene también una hostería y miradores. El río Lía está a 8 kilómetros de Santa Juana, en el y sus esteros se instalan acampadas durante el verano, en un lugar apto para paseos y la pesca.
 En el último tiempo se ha vivido un rescate de la tradición campesina, vistos en fiestas como la del estofado de San Juan, la Fiesta del Camarón o la Feria de la Miel, entre otras actividades ligadas al turismo campesino y gastronómico.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Fuerte Histórico de Santa Juana de Guadalcázar

 Emplazado en el Valle de Catirai, en la ribera sur del río Bío Bío, donde Luis Fernández de Córdoba y Arce lo fundara el 8 de marzo de 1626 con el nombre de Santa Juana de Guadalcázar, el Fuerte ubicado a 48 km de Concepción y a sólo siete cuadras de la Plaza de Santa Juana, ha sido redescubierto en días pasados. 

 Aseguran los entendidos que de todos los fuertes existentes en Chile, a excepción de los de Valdivia que fueron levantados por el Virreinato del Perú como defensa contra los Corsarios y Piratas, no hay otro mejor conservado que éste ni en un lugar de semejante belleza: por un lado el ancho y largo Bío Bío; del otro la hermosa laguna de Rayenantú; al fondo la Cordillera de Nahuelbuta; y hacia el norte "veremos en el río un grupo de islas que semejan una escuadra en eterna vigilancia". 


Un lugar lleno de historias y leyendas

 El Valle de Catirai, es un lugar de historia y de leyendas, importantes hechos de armas se desarrollaron allí desde los albores mismos de la conquista. El enclavamiento del Fuerte fue estratégico para cerrar el paso a las belicosas tribus villanas y arribanas que se desplazaban en el área para atravesar el Bío-Bío por el lado de Talcamávida. 

 La historia relata que Pedro de Valdivia llegó a Catirai en 1550, acompañado de Jerónimo de Alderete y cincuenta jinetes cruzando el Bío-Bío precisamente por Talcamávida. De ahí en adelante siguieron sus otros viajes al sur para fundar la Imperial Antigua y la ciudad de Valdivia, y después Tucapel, en diciembre de 1553, donde al año siguiente encontró la muerte. 

 Santa Juana de Guadalcázar fue avasallado y su caserío destruido e incendiado varias veces por los aborígenes. En 1739, por orden del gobernador don José Antonio Manso de Velasco se lo convirtió en plaza fuerte; se le hicieron fosos, se lo dotó de una buena guarnición y se trazó a su alrededor la población. Otros hitos importantes son: el gobernador Antonio de Gil y Gonzaga pidió al Rey de España -y lo obtuvo- el título honorífico de Villa para Santa Juana, que le fue otorgado en 1765. En enero de 1891 fue creada la comuna -hoy de 14 mil habitantes- capital primero del departamento de Lautaro y más tarde de Coronel entre 1841 y 1855. 

 El Fuerte nos recuerda otros importantes hechos históricos. Por ejemplo, que el cuartel general de Vicente Benavides estuvo allí y que también allí el montonero cometió una de sus más sangrientas fechorías; el asesinato a mansalva de un grupo de oficiales y hombres de tropa del General Freire, hecho que "fue uno de los puntos de partida de la llamada Guerra a Muerte que desató en Chile alrededor de 1820". 

 Pero Santa Juana de Guadalcázar es también lugar de leyendas románticas, unida a una de ellas está la fundación misma del Fuerte. Se relata que el Virrey de Perú, Diego Fernández de Córdoba, marqués de Guadalcázar, era casado con la hermosa Juana de Arce y Tortoya. Su sobrino, Luis Fernández de Córdoba, huérfano, vivió 11 años con ellos, tomando parte en diversas campañas y recibiendo el título de teniente General del Callao. Con el correr de los años nació el amor entre tía y sobrino por lo que el Virrey envió a este último como Gobernador General de Chile. Los imposibles enamorados se separaron así para siempre. 

 Cuando Luis Fernández de Córdoba y Arce atravesó por primera vez Talcamávida hacia el valle de Catirai se sorprendió ante al belleza del paisaje y recordando el amor de su vida decidió bautizar el lugar con su nombre, ordenando construir una fortaleza: Santa Juana de Guadalcázar. Relatan las crónicas que, curiosamente, durante el tiempo que duró la construcción del fuerte y hasta que su fundador abandonó Catirai para regresar al fuerte plaza de Concepción, los indios catirayes, bravos y feroces, nunca lo molestaron. 

 Aún más hermosa es la leyenda sobre la laguna de Rayenantú y su gemela ubicada al frente, Rayencura, en Talcamávida. Mientras en el Valle de Catirai habitaban los catiyares -que no se doblegaron jamás ante el invasor- frente a ellos y separados por el Bío-Bío vivían los tralcamahuidas. Ambas tribus eran rivales irreductibles entre si, pese a que se unieron a veces para luchar contra el enemigo común, los conquistadores. 

 Dice la leyenda que luchas constantes avivaban el odio de las dos tribus hasta que el amor, que no sabe de barreras, vino a complicar más la situación. Fue el amor entre el hijo preferido del cacique de los Tralcamahuidas, el apuesto Rayencura (flor poderosa), y la bella hija del cacique Catirai, Rayenantu (flor dorada). Ambos se amaron a pesar de la inquina ancestral y sangrienta que separaba a sus tribus más que al ancho Bío-Bío. Se encontraban a escondidas junto a la ribera, siempre temiendo ser sorprendidos. Hasta que en una tempestuosa noche de invierno ocurrió la tragedia, la joven Rayenantú desapareció y al buscarla afanosamente la vieron en la lejanía nadar por la mitad del río con su amado hacia Talcamávida. Veloces se lanzaron los catirayes en su persecución disparando en medio de las aguas y la oscuridad de la noche. La lluvia de flechas terminó por hacer blanco en los cuerpos de los enamorados. Muertos ambos, las tribus cesaron la lucha y recuperaron los cadáveres de Rayencura y Rayenantu para ser sepultados en las tierras de sus padres. Al día siguiente, asombrados los indios vieron que de cada tumba habían surgido vertientes que se trasformaron en lagunas. Ambas todavía existen.

Durante un largo período de la historia, Santa Juana de Guadalcázar fue avanzada y plaza fuerte de la orgullosa y sufrida Perla del Bío-Bío. 


**Recopilación hecha con antecedentes de la periodista J. Garbarino, publicado en el Diario "El Sur" de Concepción, además de un documento informativo de la Ilustre Municipalidad de Santa Juana.


¿Cómo llegar a Sta. Juana desde Concepción?

Desde Concepción cruzar hacia San Pedro por uno de los tres puentes (Chacabuco, Llacolén o Juan Pablo II) seguir a la izquierda en dirección de la "Ruta de la Madera" (aprox.48 km.)

Historia de Santa Juana

 Históricamente, los orígenes de Santa Juana se encuentran enmarcados en la resistencia araucana a la colonización española al estar emplazada en el valle de Catirai. Don Luis Fernández de Córdoba y Arce la fundó el 8 de marzo de 1626 con el nombre de Santa Juana de Guadalcázar.

 El Valle del Catirai, donde se ubica Santa Juana de Guadalcázar, es lugar de historia y de leyendas. De historia, porque importantes hechos de armas se desarrollaron allí desde los albores de la conquista; de leyendas porque la tradición ha conservado narraciones de siglos. La historia relata que Pedro de Valdivia llegó a Catirai en 1550, acompañado de Jerónimo de Alderete y cincuenta jinetes. Cruzando el Bío-Bío por Talcamávida. De ahí en adelante siguieron sus otros viajes al sur para fundar la Imperial Antigua y la ciudad de Valdivia. Después, Tucapel, en diciembre de 1553, donde el siguiente año encontró la muerte. Antonio Gil y Gonzaga pidió al Rey de España el título honorífico de Villa para Santa Juana, el que le fue otorgado en 1765. En enero de 1891 fue creada comuna y su actual Municipalidad fue creada el 13 de enero de 1891. En la Municipalidad de Santa Juana se conserva casi intacto un valioso documento histórico para la ciudad: es el libro de acuerdos (actas) de la primera Municipalidad o Cabildo compuesto por 7 regidores, elegidos por votación directa de los habitantes de sus respectivas “Parroquias”. En los actos electorales de 1852, realizados en los días 16 y 17 de mayo, resultaron electas las siguientes personas: Don José María Avello (Abelló), Don Juan Ancelmo Ríos, Don Celestino Venavente (tex.), Don José Manuel Ulloa, Don Juan José Neira, Don Manuel del Campo y Don Andrés Campos. Todos estos apellidos se conservan en la comuna.


Fuerte Histórico

 Fundado el 8 de marzo de 1626, por Luis Fernández de Córdoba y Arce, fue destruido varias veces. En la reconstrucción de 1739 se lo rodeó con fosos, convirtiéndolo en isla, con un escarpado muro de piedra hexagonal y un puente de acceso… La construcción del Fuerte “Santa Juana de Guadalcázar”, tiene su origen en la resistencia araucana a la colonización española.
Con la finalidad de resguarda la línea de frontera y mantener expedita las comunicaciones entre Concepción, la isla de la Laja y la zona sur del país, sufrió, desde un comienzo, las consecuencias de la Guerra de Arauco. A su amparo se asentó un caserío que fue adquiriendo con el tiempo características de poblado. Fue reparado en 1648, destruido por los mapuches en 1722 y reconstruido más tarde para servir de base a la población de Santa Juana, a partir de 1739. En esta época se mejoró y apertrechó la fortaleza: se abrió un foso profundo entre el río y una pequeña laguna situada a sus espaldas, convirtiendo el recinto en una isla. En 1765, se le confirió el título de Villa y, en ese estado, se encuentra en los albores de la República. En 1819, la tomaron por asalto las guerrillas realistas que operaban en la región durante la denominada “Guerra a muerte”, y luego de permanecer éstas allí durante dos años, las quemaron. Durante dicho período fue cuartel general del montonero Vicente Benavides.

 Los hechos de guerra, particularmente de esta última época, las condiciones climáticas y los movimientos sísmicos, como el gran terremoto de 1835 y otros posteriores, incluyendo los de 1939 y 1960, fueron deteriorando el fuerte. Asimismo, la población del lugar contribuyó con lo suyo, al utilizar sus murallas como material de construcción. Desde 1980, pocos son los restos visibles del baluarte, cubierto casi enteramente de tierra y que alzándose como promontorio, sirve de mirador a quienes nos lo visitan.


Laguna Rayenantú

 Dice la leyenda que luchas constantes avivaban el odio de las tribus hasta que el amor, que no sabe de barreras, vino a complicar más la situación. Fue el amor entre el hijo preferido del Cacique  de los Tralcamahuidas, el apuesto Rayencura –“Flor Poderosa”- y la bella hija del Cacique de los Catirai, Rayenantú –“Flor Dorada”-. Ambos se amaron a pesar de la inquina ancestral y sangrienta que separaba a sus tribus más que el anchuroso Bío-Bío. Por eso se encontraban a escondidas junto a la ribera, siempre temiendo ser sorprendidos, hasta que en una tempestuosa noche de invierno ocurrió la tragedia. La joven Rayenantú desapareció y, al buscarla afanosamente, la vieron en la lejanía nadar por la mitad del río con su amado hacia Talcamávida. Veloces se lanzaron los Catiraies en su persecución disparando flechas sobre los fugitivos.

 Al griterío bajaron los  Tralcamahuidas y se armó el feroz combate en medio de las aguas y la oscuridad de la noche. La lluvia de flechas terminó por hacer blanco en los cuerpos de los enamorados. Muertos ambos, las tribus cesaron la lucha y recuperaron los cadáveres de Rayencura y Rayenantú para ser cada uno sepultado en la tierra de sus padres. Al día siguiente, asombrados, los indígenas vieron que en cada tumba habían vertientes que se transformaron en lagunas. Y ambas todavía existen en Santa Juana y Talcamávida.